1909 • ¡Celebrando 115 años de su natalicio! • 2024

elefante en la habitación
José Orbi

Ramón Rivero se pintaba de negro para su personaje Diplo. Ese personaje, ese Diplo fue tan y tan exitoso, que se mantiene vivo en aquellas personas que tuvieron la dicha de gozar su comedia.

La pregunta que hace mucha gente, especialmente aquellos que no conocieron el personaje de Diplo, es ¿por qué Ramón Rivero se pintaba de negro?

De Diplomático a Diplo
Según José Luis Torregrosa, Ramón Rivero admiraba el Bufo Cubano, y la comedia de Leopoldo Fernández, y su personaje Tres Patines. Diplo, sin embargo es cualitativamente diferente al personaje de Leopoldo Fernández. El Diplo de Ramón Rivero esta basado en un colorido Sanjuanero que el Artista conoció de niño, mientras recorría por el viejo San Juan. Le decían Diplomático.

Diplomático era uno de esos excéntricos tipos de barrio – en este caso el viejo San Juan – que pasaba las horas con una guitarra en la Plaza Colón, esperando/exigiendo propinas de los que le pasaban por el lado. Se desconoce el nombre de pila de Diplomático, pero ganó su sobrenombre porque era muchas cosas, pero no Diplomático.

Diplomático era Afro-puertorriqueño, flaco, pequeño de estatura, y vestía una chalina roja, camisa blanca, chaleco de cuadros azules, pantalones emparchados, zapatos reforzados con cartón, una gorrita de “capitán de marina”, y no le reía las gracias a nadie.

Ramón Rivero se encariñó con el ambulante guitarrista, y dice la leyenda que su interés por la música y la guitarra surge de su amistad con el notorio Diplomático.

Pasa el tiempo, y cuando Ramón Rivero decide aventurarse en el mundo de la comedia, estudia los famosos cómicos del momento, y crea a Diplo, un personaje que no es otra cosa que un impresionante retrato de su amigo de infancia, Diplomático, y Diplo se convierte en el cómico más querido, popular e influyente (vean video) en la historia de Puerto Rico.

Interpretando Personajes
Para interpretar a su Diplo, Ramón Rivero se maquillaba como cualquier actor de teatro, televisión, cine, o cantante de ópera cuando interpretan un personaje de otra raza. Una lista completa de los actores y cantantes que han interpretado personajes de otra raza, por ejemplo, durante el siglo veinte, sería imposible de compilar por lo que me limito a un número de grandes estrellas de la pantalla, el teatro, y la ópera, comenzando con Paul Muni(blanco americano) quien hizo del chino “Wang” en La buena tierra (the Good Earth-1937). Marlon Brando (blanco americano) se lució como el mexicano Emiliano Zapata en Viva Zapata-1952. Poca gente recuerda a Ricardo Montalbán(blanco mexicano) en el papel del japonés Nakamura, en Sayonara-1957. No podemos olvidar a Eddie Murphy (Afro-americano) interpretando a Saul, un judío-blanco-americano cliente de la barbería en el Príncipe de Zamunda (Coming to America-1988), Marlon y Shawn Wayan, como Tiffany & Brittany Wilson en White Chicks, o a Robert Downey, Jr. (blanco americano) en el rol de Kirk Lazarus en Tropic Thunder-2008. Eso nos lleva a los cantantes de ópera donde Luciano Pavarotti (blanco italiano) y cientos de tenores de Europa y América, incluyendo a Plácido Domingo (blanco español), hicieron famoso al moro Otelo, y al egipcio Radamés, en Aida, al igual de las sopranos caucásicas de todas partes del mundo – americanas, italianas, griegas, rusas – entre ellas María Callas en Madama Butterfly, Renata Scotto, Teresa Tebaldi, Joan Sutherland, y Montserrat Caballé maquilladas para lucir chinas, japonesas, egipcias, siempre apoyadas por miles de miles de “extras” en cine, teatro, televisión y ópera a través del mundo – actores y cantantes de todos los colores y tamaños interpretando personajes de todos los colores y tamaños. ¿Por qué? Porque eso es lo que han hecho los artistas que interpretan personajes ajenos desde que el primer griego se paró en una tarima en la plaza para llamar la atención.

El blackface de Estados Unidos
La tradición del blackface (cara negra) comenzó en Estados Unidos a mediado del siglo 19, como desafío al movimiento nacional exigiendo la abolición de la esclavitud. Los espectáculos de burla hacia los Afro-americanos alcanzan fama durante la campaña de integración racial a lo largo de la Reconstrucción, después de la guerra civil americana.

Comparar a legítimos artistas y cantantes ejerciendo su arte, con ese triste capítulo de la historia es injusto y refleja ignorancia de un fenómeno que no se define ni se cataloga con generalidades.

Diplo no fue y nunca será parte de esa costumbre-tradición del norte. El propósito de la comedia de Diplo era hacer reír. Las flechas de farsa y sátira apuntaban siempre a don Nepo (blanco español), a don Macario (blanco puertorriqueño), Mr. Sandwich (blanco americano), a Tranquilino (blanco puertorriqueño) y a don Gume/Rosiña (blancos y gallegos), no por qué eran blancos, si no porque representaban la arrogancia del status quo.

El compromiso de justicia social de Ramón Rivero
En parte a la grandiosa popularidad de su Diplo, Ramón Rivero desarrolla una consciencia de justicia social, la cual manifiesta a través de sus programas de radio. Yo trazo el comienzo de ese fenómeno con “Minnesota”.

Minnesota se llamaba una novia de Calderón, el personaje principal en el Tremendo Hotel. De acuerdo al listado de actores e intérpretes del Tremendo Hotel, Diplo interpreta a Calderón, no Ramón Rivero. En otras palabras, el genio cómico del Artista se las inventa para que su personaje (y alter ego) el Afro-puertorriqueño Diplo, interprete otro personaje, Calderón (también Afro-puertorriqueño) en su programa de radio.

A mí me tomó tiempo entender por qué Ramón Rivero le puso “Minnesota” a la novia de Calderón, quien, según la describen varios episodios del Tremendo Hotel, era Afro-americana. El personaje de Minnesota no fue otra cosa que un irónico instrumento para satirizar la condición de los Afro-americanos en EEUU, usando al estado de Minnesota como ejemplo porque en 1948, los Afro-americanos en Minnesota eran tan raros como el coquí.

Esa preocupación por justicia social también lleva a Ramón Rivero a filmar un comercial de televisión para las tiendas de ropa de caballeros Clubman, a principios de los 1950s, comercial que levantó muchas cejas en la sociedad de Puerto Rico porque insinúa que un hombre “negro” puede soñar con el amor de una doncella blanca (y adinerada), siempre y cuando vista de Clubman. En otras palabras, lo que define al hombre, no es el color de su piel, si no su vestimenta. El simbolismo de esa pauta comercial fue revolucionario para Puerto Rico en los 1950s. (Vean el video)

Ramón Rivero es el primer productor-empresario en la farándula puertorriqueña que integra talento Afro-puertorriqueño en sus programas de radio, y luego en televisión con personajes dignos, inteligentes, y elegantes, no sumisos ni serviles, y totalmente contrarios a las humillantes caricaturas del blackface de Estados Unidos. Así Miguel González Dickson y Rita Delgado se convierten en los primeros actores Afro-puertorriqueños en la radio y la televisión de Puerto Rico, gracias al compromiso de Ramón Rivero por una justicia social en la isla, y a la popularidad y al gran cariño de un pueblo que se identifica con Diplo.

La inesperada muerte de Ramón Rivero, y Diplo, en 1956, detiene el progreso de justicia social que desaparece de la farándula. Allá para los 60s, con el giro de derechos civiles en EEUU, una (sola) actriz Afro-puertorriqueña por fin penetra el exclusivo – y blanco – ámbito de la televisión boricua. En los 1980s uno que otro actor/comediante Afro-puertorriqueño luego recibe la misma oferta de los empresarios de la televisión del patio.

Diplo representa el máximo triunfo de todos los tiempos de un artista puertorriqueño en su patria, y es triste que en este siglo 21, en este año 2022, hay menos actores/actrices Afro-puertorriqueños en la televisión puertorriqueña que en 1956 cuando el Diplo de Ramón Rivero reinaba en la radio y la televisión. ¿Sorprendente? Sí. ¿Preocupante? Más todavía.